ADAPTACIÓN PARA TEATRO DE «EL GARRA»
Ayer, 9 de abril, se ha estrenado la obra teatral «El Garra», en Casa Grotte de la ciudad de Córdoba, con la actuación de Toto Lopez y la dirección de Susana Palomas.
Es la adaptación del cuento homónimo que escribí hace unos años.
Síntesis sobre EL GARRA
Monólogo que el personaje teje en una noche.
Gracias a ser como soy, fui encargado del Departamento Secuestros de la Bonaerense. Me llamaban “ojo de tigre”… El secuestro de bienes muebles con orden judicial era una cosa, pero otra, era el secuestro de los bienes de los desaparecidos ¡Ese sí que era negocio!
¡Y el grupo! Fiel a muerte, lo que se dice: amistad verdadera. A mi me cuidaba la espalda el más joven y él lo sabía, si llegaba a fallar, otro lo bajaba. Ese pacto lo juramos y se cumplió a rajatabla. Yo esperaba, como buen tigre cebado, que en cualquier momento me metieran un chumbazo. Pero el miedo nunca entró en mi cabeza.
Con las pinturas no se metan ni traten de joderme, les decía yo a mis subalternos. Todo el mundo lo sabe, no se pueden blanquear ni en el exterior. En cambio, en mis manos, la obra sale del círculo de la oferta y la demanda y nunca más verá la luz. Las tomo para gozarlas en privado. Como a las minas que chupábamos en aquella época. Cuando decidí cambiar de vida, volverme hombre público, me ocupé especialmente de construir mi imagen. Lo que se dice cambiar de pelaje. Sigo siendo felino pero de porte inofensivo. Lo que conservo fuerte, son las uñas.
Cuando se refiere al pintor, el personaje dice:
Los que teníamos guardados sí que fueron valientes, no largaron prenda ni un minuto antes del traslado, aún sabiendo que iban a volar. En cambio vos chillás rompiendo el pacto de silencio, jugás conmigo vendiéndole a otros, tus pinturas. ¿Creés que no me entero?. Mejor es que recuerdes el poder de mis zarpazos y sepas que te necesito vivo, produciendo para mí.
El color me produce una vibración sobre la que no puedo mandar, dicen que eso, es estar enamorado. Yol, un hombre pensante jamás lo permití con mujer alguna, pero a tu obra la deseo. Los hombres son transitorios, vos sos efímero como todos ellos, en cambio ella es perdurable. Yo la poseo.
Tal es su obsesión, que aún a costa de perder su vida, goza hasta el paroxismo frente a la posibilidad de despojar a la víctima de su bien más preciado.