Eva Bertaina

Ficción acerca del nacimiento de 62/Modelo para Armar de Julio Cortázar.(Eva Bertaina)

En uno de sus viajes a Buenos Aires, Julio Cortázar visita a sus amigos, Sylvia Iparraguirre y Abelardo Castillo. En la sobremesa surge el comentario sobre unos cuadros que se exhibían en el Palais de Glace. Se juntaron al otro día  y de allí se dirigieron a Posadas al 1.725, cede del Museo.

Frente a los cuadros, Julio se quitó los anteojos de marco grueso que usaba permanentes y se colocó un par de montura delgada con cristales redondos,  recuerdo que me impresionó el cambio de su rostro. No era el mismo, parecía que el simple hecho de cambiar de anteojos lo hubiera envejecido diez años. Con la misma rapidez, su imagen rejuveneció cuando empezó a escribir en un cuaderno de tapas duras que llevaba en el interior del sobretodo, en el bolsillo izquierdo, como si fuera su propio corazón. Recorrió la muestra sin ninguna prisa, se detenía, se acercaba y se alejaba frente a cada cuadro y al final pidió el catálogo. Lo que se dice un buen catálogo, el que quisieran tener la mayoría de los pintores: un breve currículum y las 17 fotos de los cuadros que integraban la muestra. En tamaño reducido, porque los originales eran rostros de cuarenta por sesenta contradiciendo las reglas de la estética clásica que dice: un rostro no debe superar las medidas de una cara normal. Salimos y en la confitería que queda en la esquina del hotel donde se alojaba, entramos a tomar café. Hablamos sobre la importancia del collage pero cada uno se reservó las impresiones íntimas sobre la obra recientemente visitada. Julio señaló el rostro regordete de un porteño sentado en la mesa enfrentada al espejo y nos dijo: ese es un rostro que me gustaría darle vida en la escritura.

Después de tres años de aquel encuentro en Buenos Aires salió publicada 62/Modelo para Armar. El libro llegó a Buenos Aires a finales del sesenta y ocho. Mi curiosidad era mayúscula, dice Silvia, por saber si Julio lograría, en esta novela, concretar los planteos literarios que se había formulado en Rayuela. Estoy leyendo la novela y cotejando los nombres con los del catálogo de aquella muestra en el Palais de Glace. Encuentro que son  los mismos personajes del catálogo, con otros nombres, a los que Cortázar hechó a andar por la vida de una ciudad que podría ser cualquier ciudad, personajes que pertenecen a un grupo de amigos donde se dan cruces amorosos, celos, broncas, venganzas, amores contrariados y todo tipo de sentimientos como podríamos experimentar usted o yo dentro de  nuestro grupo de amigos.

Este es el listado de cuadros que muestran los ROSTROS

 

1- Perales es El comensal gordo que, en la novela pidió un Castillo sangriento, no hay lugar a dudas.

2- El gitano es Juan que hace de intérprete. Enamorado de Helena.

Helena, la inalcanzable, la inasible no tiene rostro en las pinturas, puede ser  3) Miss Brill, 4) Agripita, 5) Bárbara (la Condesa) o la 6) Srta. Martha (Frau Martha) represtaciones de los aspectos de Helena según la mirada de Juan.

7- Manolito es el manco, el joven que pudo haber sido un pintor notable por sus dotes potenciales.

8- La tía  es Feuille Morte, un fantasma del narrador. Feville alude a  declaración de muerte.

9- Fito  es Marrast, pareja de Nicole y enamorado de Tell.

10- Marco Quino: Publicó  “ Los Muertos no Mueren”. En “Modelo para Armar” no hay registros de un escritor-editor.

11- El analista. En la obra de Cortázar no existe este personaje.

12- El Lobo. Es un estado interior identificado como un perro por Cortázar.

13- Franquito es Austin, el joven músico, retratado a sus cinco años, enamorado de Lila.

14- El nono es El Paredro, un rol móvil.

15- Nincolasa es Nicole (la malcontenta) pareja de Fito, enamorada de Juan.

16-Lila es Lila jovencita del mundo global.

17-La bella durmiente metáfora de Lila amada por Helena.

 

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EN LA VIDA

Todo por pulsión. Funciono así . Algo, siempre algo moviliza la energía que pulsa por salir, creativamente. Hacia la escritura , hacia la pintura o hacia cualquier otra cosa. Hacia una comida, por ejemplo. A veces mi creación resulta una porquería que tengo que tirar, otras veces dejo a la gente con la boca abierta esperando que más adelante se repita el manjar, pero es irrepetible.

No uso recetas. No acepto disciplina en las cuestiones del arte, salen cuando pulsan y estoy ansiosamente esperando que eso ocurra, ya que, cuando estoy tomada por el deseo, es una explosión de vida. Incontrolable.

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